No termina de apagarse el eco de los graves disturbios ocurridos en Grecia en los últimos doce días tras la muerte, a causa del disparo de un polícía, del adolescente Alexis Grigorópulos en un barrio de Atenas. Ayer, un grupo de jóvenes antiglobalización volvió a utilizar la memoria del joven para reivindicar su «resistencia a la violencia del Estado» colgando diversas pancartas gigantes en la Acrópolis (en la imagen) para convocar hoy a la juventud de toda Europa a una manifestación «global». Su pretensión es que la tensión llegue a todos los rincones de Europa, con el riesgo evidente de que se inicie una nueva ola de altercados y protestas en las principales ciudades. «Elegimos este monumento a la democracia, este monumento global -dijo ayer junto al Partenón uno de los organizadores de las manifestaciones previstas para hoy- para proclamar nuestra resistencia a la violencia del Estado y demandar derechos en materia educativa y laboral a nivel global». La capacidad de influencia de estos grupos antisistema para imponerse en toda Europa está aún por ver. Días atrás, y al hilo de los sucesos de Atenas, se produjeron graves incidentes en varias ciudades, entre ellas Madrid, pero no dejaron de tener un carácter aislado. Hoy, en su obsesión por mezclar churras con merinas y convertir la desgraciada muerte de un joven en una reyerta global contra el sistema, podrán medir sus fuerzas reales. Ocurre, sin embargo, que combatir lo que denominan «violencia del Estado» con más violencia -organizados como están en disciplinadas guerrillas callejeras- es una paradoja de imposible explicación al mundo. Si su «resistencia» pasa por arruinar el sistema y la democracia, mejor están rumiándola junto a la ruina que representa su anacrónico y desestabilizador proyecto «global». -Internacional
http://www.abc.es/20081218/opinion-editorial/manifestaciones-antisistema-toda-europa-20081218.html