El terrorismo islamista ha puesto en práctica en el sangriento asalto a Bombay una nueva estrategia paramilitar que rompe radicalmente con lo hasta ahora conocido y abre una nueva era en la violencia indiscriminada contra la población. Los comandos insurgentes que atacaron los hoteles, las estaciones y otros centros sociales han actuado como soldados de élite.
Armados con rifles de asalto Kalashnikov, granadas y mochilas llenas de munición, los terroristas encapuchados se desplegaron con gran determinación por la capital financiera de la India y mediante movimientos propios de comandos de fuerzas especiales que conocen sus objetivos al milímetro y actúan con una sincronización militar de libro.
Las primeras investigaciones dejan claro que eran entre 20 y 30. Todos jóvenes, de menos de 25 años, y de aspecto universitario. Llegaron a Bombay por mar, en pequeños botes hinchables de la marca Gemini. Eran las nueve de la noche del pasado miércoles, cuando el primer grupo de 12 terroristas entraba en acción. En media hora lanzaron los primeros ataques. En su camino hacia los objetivos asesinaron a sangre fría a los civiles que se encontraron, disparando indiscriminadamente y lanzando granadas.
Las autoridades indias creen que el operativo terrorista contó con una nave nodriza y que otro grupo insurgente ya se había desplegado horas antes por Bombay. A continuación, los comandos islamistas atacaron los lugares frecuentados por occidentales (turistas y empresarios): una estación, dos hospitales, un cine, un café y un centro judío, y asaltaron los hoteles.
En una foto se ve a uno de estos terroristas en una estación de trenes, con una pulsera amarilla en la muñeca derecha. La afirmación de una eurodiputada de que había británicos entre los asaltantes al hotel Taj Mahal ha dado pie a que Londres abra una investigación sobre ciudadanos del Reino Unido de origen pakistaní, como los que participaron en los atentados de 2005, tras recibir adiestramiento en los campos de Al Qaeda.
Algunos testigos contaron que en los hoteles los asaltantes buscaban a estadounidenses y británicos. Siete de los terroristas han sido abatidos, y otros tres, detenidos. Uno es un pakistaní identificado como Ajmal Amir Kamal, de la región de Multan, que aseguró que son miembros del grupo Lashkar e Toiba. (LeT), grupo que ayer se desmarcó de los ataques y cuya autoría se atribuyó el desconocido Deccan Muhaydin.
Mientras se debate sobre la pista de Al Qaeda y la cachemir, el caso es que esta ofensiva terrorista contra una megalópolis ha sido ejecutada siguiendo pautas propias de comandos especiales de los ejércitos. Esta vez, el terrorismo islamista no ha usado coches bomba, ni suicidas, ni explosivos con temporizadores. Las autoridades indias apuntan a la vecina potencia nuclear, Pakistán. Los investigadores, mientras, ponen el acento en que detrás de todo hay alguien muy importante, ya que el operativo ha costado muchísimo dinero.
Los comandos de la Marina india que participaron en los combates contra los terroristas en Bombay están sorprendidos por su nivel de entrenamiento, sus armas y el dinero invertido en los ataques perpetrados desde el miércoles por la noche. También expresaron su asombro por la familiaridad y facilidad con las que los asaltantes se movían por los hoteles Oberoi Trident y Taj Majal.
El golpe de mano del terrorismo islamista en la capital económica de la India ha sorprendido a los gobiernos occidentales y ha causado estupor entre expertos y analistas, que no paran de preguntarse quién está detrás de esta nueva estrategia de ataque a una gran urbe.
Hasta tal punto ha sido así, que, en pleno desconcierto, las autoridades indias optaron por poner en acción a los «Marcos», los comandos de élite de la Marina de operaciones especiales, para combatir a a los atacantes en Bombay.
Estos militares encontraron en uno de los hoteles liberados una mochila con cargadores para fusiles AK-47, 400 casquillos vacíos de AK-47 y cuatro granadas chinas. En la mochila había, además, siete tarjetas de crédito, una tarjeta de identificación mauritana, 6.840 rupias indias y 1.200 dólares.
«Los terroristas estaban bien informados sobre el diseño tanto del Taj Mahal Palace como del Oberoi Trident», destacó el comandante de los «Marcos». «Es absolutamente seguro que hicieron una investigación sobre el interior de los hoteles antes del ataque», añadió. Los asaltantes conocían incluso dónde se encontraban los controles de las cámaras del circuito cerrado de televisión, lo que les daba acceso a saber lo que ocurría en los edificios.
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008112900_44_701678__Internacional-terrorismo-comandos-elite