O por precisar más, reflexiones sobre los resultados de PxC. No desde el punto del analista político, sino desde el del españolito de a pie que ve los hechos y comenta sobre ellos lo que le da la gana. Pero añado al final la reflexión que hacen también en un medio digital, que me ha parecido bastante acertada.
Los resultados desde mi punto de vista han tenido un aspecto bueno -no sólo la caída definitiva del tripartito, sino también el hecho de que un partido como PxC, que apenas sonaba en el panorama nacional, y sobre todo que cuando sonaba era unido a connotaciones consideradas como negativas (por ejemplo, ultraderechista), ha obtenido una gran cantidad de votos. Tristemente, a pesar de esa cantidad de votos no ha conseguido entrar al parlamento catalán.
Por eso hay que analizar las cosas desde otros puntos de vista.
Primero, la cantidad de votos obtenida por PxC es bastante buena, más de 75.000. El problema es el modo en que esos votos se convierten en diputados. Subo esta imagen de los resultados, obtenida de Libertad Digital, para que veamos claramente el asunto.

Observando el número de votos, vemos que SI tiene 3000 y pico menos que C’s, y sin embargo obtiene 4 diputados, mientras que C’s tiene sólo tres. Eso, que es una afrenta a la lógica, es consecuencia de la ley que existe en España para repartir votos y que se explica estupendamente en el artículo que pongo abajo de Alerta Digital. En definitiva, por resumir, que valen más mil votos en una ciudad grande que cinco mil en una pequeña. Una ley que los partidos en el poder no tienen ningún interés en modificar, aunque, si no recuerdo mal, no todos los países europeos utilizan.
Segundo, hay que tener en cuenta que PxC ha tenido serias dificultades durante su campaña. Los medios mayoritarios le ignoraron (seamos realistas, «vende» más un titular de Laporta), y cuando no, fue para llamarle cosas como «ultraderecha xenófoba», por ejemplo. Y aunque a título personal a mi me parece una soberana estupidez confundir el sentido común de Anglada con su «primero los de casa» con xenofobia, una cosa es tener neuronas y otra saber utilizarlas, y, bueno, a los resultados de las elecciones generales del 2008 me remito.
Ha sido un partido sin apenas grandes medios de propaganda y sin ningún apoyo mediático, y aún así, para salir de la nada y tener todo en contra, conseguir tal cantidad de votos es todo un éxito. De no usarse en España esta ley para pasar los votos a diputados, el resultado habría sido muy distinto. Y una cosa muy buena: se ha dado a conocer. Mucha gente le ha votado sin complejos, porque partidos identitarios son ya imprescindibles en Europa. El entusiasmo de sus afiliados y de simpatizantes seguro que no se va a enfriar, al contrario. Y si nuestros compatriotas no han querido verlo por las buenas, acabarán convenciéndose por las malas.
Así que me uno a esta interesante reflexión de Alerta Digital (cuando reabran LYE el día 1 pasaré todo esto allí). Termino felicitando a todos los que habéis trabajado con ilusión y ganas en PxC -a algunos os tengo como amigos en facebook- para haber hecho posible un resultado tan bueno.
En las próximas, seguro que será mejor.
Nunca una formación política identitaria había conseguido tanto pese al apagón mediático. Analistas y comentaristas políticos no dudan en destacar a la Plataforma per Catalunya (PxC) de Josep Anglada como una de las formaciones triunfadoras en los comicios autonómicos catalanes. Pese a no obtener representación parlamentaria, sus más de 75.000 votos en toda Cataluña (apenas tres mil menos que Ciutadans) se convierten en la mejor rampa de lanzamiento para encarar con las máximas garantías futuras elecciones. Parece inopinable que el 29-N ha marcado un punto de inflexión en el mapa identitario nacional. Nunca un partido que postula abiertamente contra la inmigración había obtenido tal número de votos procedentes incluso de caladeros pertenecientes a la izquierda y al nacionalismo radical.
La ley d’Hondt se ha cebado con especial dureza con un partido que, en algunos momentos del recuento electoral, se situaba con tres y hasta con cuatro parlamentarios. Finalmente, la PxC se quedó a las puertas de franquear el parlamento catalán. Calificar este hecho de otro forma que de rotundo éxito sería faltar gravemente a la verdad y minusvalorar el hecho de que un partido, sin respaldos mediáticos notables, consiguiera acercar su discurso a tal elevado número de catalanes. La inmigración continuará. La identidad de Cataluña se desangrará paulatinamente y la vigencia de la PxC será más necesaria que nunca en el futuro.
Es en estos momentos de segura decepción para muchos plataformistas, al rozar con los dedos un objetivo de trascendencia sin duda histórica, cuando hay que apuntalar el discurso y a sus protagonistas. 75.000 catalanes han dicho alto y claro que el mensaje identitario tiene hueco en Cataluña. Y ese éxito, justo es admitirlo, no habría sido posible sin los avales del tesonero y corajudo Josep Anglada, un dirigente que suple sus carencias curriculares con aptitudes para el liderazgo que estarían vetadas para la mayor parte de la dirigencia española. Hoy más que nunca se hace necesario el afianzamiento de la figura de Josep Anglada en torno a un proyecto identitario absolutamente incardinado a su figura.
Y una mención al estrambote personificado en la figura del secretario general del Partit per Catalunya, Joan Terré. Destacar con delectación la no entrada de la PxC en el Parlamento e ignorar el ridículo absoluto de su formación política, se antoja como una de las principales aportaciones al genero charlotesco dentro de la política catalana. El PxCat obtuvo 40 raquíticos votos en su ciudad-emblema de Cervera, todo lo cual nos haría deducir que ni aún los familiares de los candidatos se avinieron a votarles. En el conjunto de la provincia, tres veces menos votos que los obtenidos por el partido de la transformista Carmen de Mairena. Un serio motivo para que el más elemental sentido del pudor y de la dignidad hubiesen obligado a Joan Terré a permanecer callado.