Esta alianza no es de extrañar.
De una parte, la nueva izquierda siente repugnancia por sus votantes tradicionales, los obreros, y se siente mucho más a gusto con periodistas, profesores de universidad, ecologistas pirados, homosexuales rijosos, musulmanes integristas y demás familia. De la otra, los altos directivos de las multinacionales se sienten mas a gusto en un ambiente cosmopolita que entre sus compatriotas.
A ambos les interesa la inmigración. Unos para comprar los votos de unas masas que reemplacen al obreraje aburguesado y menguante; otros para tener mano de obra barata y abundante.