La invasión da un paso más:
El cambio de actitud de los inmigrantes subsaharianos que quieren pasar en avalancha a Melilla preocupa, por la violencia que han empleado en sus últimas intentonas, al utilizar objetos contundentes en forma de piedras, palos y botellas de cristal, además de recurrir a la fuerza a través de puñetazos e incluso mordiscos, para impedir que sean rechazados por la Guardia Civil.
Esta forma de actuar ha provocado varios heridos entre los integrantes del Instituto Armado que vigilan la frontera y el perímetro, al menos seis que se sepa, de los cuales uno de ellos requirió varios puntos de sutura para atender las heridas que sufrió a manos de los ‘sin papeles’. Atrás quedaron los tiempos en los que los subsaharianos no empleaban la violencia para alcanzar su sueño de pasar a suelo español y se limitaban a escapar a la carrera o forcejear, sin llegar a herir a las fuerzas de seguridad.
Animados por los daños ocasionados en los sistemas de seguridad de la frontera y perímetro por las inundaciones del pasado domingo 26 de octubre, los indocumentados han protagonizado cuatro avalanchas, la mayoría aprovechando las compuertas del arroyo Mezquita, sobre el puente internacional de la frontera de Beni-Enzar, para intentar penetrar en territorio melillense.
Muchos lo han logrado, más de medio centenar desde que el lunes 27 de octubre reapareciera este fenómeno, prácticamente olvidado en la ciudad tras la elevación de la doble valla hasta los seis metros de altura y la instalación de la llamada sirga tridimensional -un enjambre de cables que retarda las posibles entradas de inmigrantes-, además del reforzamiento de la seguridad española y marroquí en los nueve kilómetros de perímetro fronterizo.
Ahora la situación nuevamente vuelve a un escenario complicado y difícil, agravado por la violencia que están empleando los subsaharianos. (…) El Ejecutivo central tiene que recuperar el pulso a la situación, si no quiere que se le vaya de las manos.
Hay que desincentivar la entrada con internamiento indefinido de los que pasen, simplemente. Pero teniendo en cuenta que nuestros políticos insisten en que hacen falta millones de trabajadores va a ser difícil.
Las avalanchas ya no son pacíficas
Los trabajos en la valla se aceleran para evitar nuevas entradas
de inmigrantes, que ahora van armados con palos y piedras,
y además llegan a morder a los agentes
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Siguen intentándolo: Más de 200 inmigrantes subsaharianos intentan atravesar la valla de Melilla por la fuerza en dos avalanchas