Para Aristóteles, las explicaciones científicas deben determinar las cuatro causas del fenómeno que pretenden explicar. Las causas en cuestión son la material, la formal, la eficiente y la final.
En el caso de la ciudad (polis), la ciencia política debe examinar esas causas que como expone este artículo de la SEP son:
Materia. Es la infraestructura y, sobre todo, la población:
ultimately, the city-state is composed of individual citizens (see III.1.1274a38-41), who, along with natural resources, are the «material» or «equipment» out of which the city-state is fashioned (see VII.14.1325b38-41).
Forma. Es la constitución, es decir, la ley máxima; cambia la constitución cambia la ciudad, se trans-forma:
The formal cause of the city-state is its constitution (politeia). Aristotle defines the constitution as «a certain ordering of the inhabitants of the city-state» (III.1.1274b32-41). He also speaks of the constitution of a community as «the form of the compound» and argues that whether the community is the same over time depends on whether it has the same constitution (III.3.1276b1-11).
Causa eficiente. Es el gobierno que la rige y conduce:
The existence of the city-state also requires an efficient cause, namely, its ruler. On Aristotle’s view, a community of any sort can possess order only if it has a ruling element or authority. This ruling principle is defined by the constitution, which sets criteria for political offices, particularly the sovereign office (III.6.1278b8-10; cf. IV.1.1289a15-18). (…) Aristotle compares the lawgiver, or the politician more generally, to a craftsman (dêmiourgos) like a weaver or shipbuilder, who fashions material into a finished product (II.12.1273b32-3, VII.4.1325b40-1365a5).
Causa final. Es la “buena vida”, estas on sus palabras:
Since we see that every city-state is a sort of community and that every community is established for the sake of some good (for everyone does everything for the sake of what they believe to be good), it is clear that every community aims at some good, and the community which has the most authority of all and includes all the others aims highest, that is, at the good with the most authority. This is what is called the city-state or political community. [I.1.1252a1-7]
La “buena vida” no es la vida placentera sin más, aunque el placer acompaña naturalmente a la consecución de la causa final, pero es tema que necesita un desarrollo en profundidad. Nótese que en las “ciudades” liberales modernas, la causa final social ha sido suprimida. La sociedad liberal moderna nace en Inglaterra, cuando la reforma religiosa no consigue suprimir al bando católico (aunque lo oprimirá sistemáticamente, para Locke la tolerancia no debe alcanzar a los católicos romanos). La división de los pareceres sobre “la buena vida” exige la suspensión de las discusiones al respecto y la persecución de esa vida buena en el ámbito individual. De nuevo, lo esbozo, pero no lo desarrollo. El punto que quiero tratar es el colapso demográfico del Occidente que salió de Aristóteles et al.
Aristóteles denuncia que los filósofos anteriores habían puesto el énfasis de forma parcial en algunos aspectos causales. Los pitagóricos y platónicos se centran en la causa formal (los aspectos matemáticos). Los atomistas, en la material. Desde la atalaya de la experiencia histórica puede ver que los filósofos anteriores tenían una visión parcial del asunto. Sin embargo, los neo-materialistas con los que nos ha tocado en desgracia convivir, no solo vuelven a las mismas, a enfocarse parcialmente en los asuntos materiales, sino que lo hacen mal: su materialismo es un puro formalismo. Cabe aplicarles la expresión del marqués de Sade: En esfuerzo, caballeros, si quieren ser ustedes materialistas.
Pero hay más. No solo es que hayan descuidado la realidad material primordial, la demográfica, lo que tiene doblemente delito en evolucionistas militantes. Están dando un paso más en la carrera hacia la contradicción destructiva: trabajan activamente por la destrucción demográfica de la sociedad que gobiernan.