Los detuvieron el 25 de abril, mientras el “guardián de las mezquitas” urdía esas maniobras de confusión a las que dio el nombre de Conferencia para el Diálogo.
Quince de ellos han sido deportados recientemente, el otro prefirió irse por su cuenta tras la detención en abril por una docena de policías sauditas a punta de pistola. En el arresto les confiscaron los permisos de residencia y los teléfonos móviles, moneda local por valor de 130 dólares, 20 biblias y algunos otros libros religiosos.
Lasa acusaciones iniciales fueron de cantar y [predicar; posteriormente las cambiaron a la organización de una fiesta para recoger dinero en apoyo del terrorismo.
Fueron llevados a la comisaría, donde estuvieron cuatro horas. Les obligaron a firmar una declaración en árabe, idioma que no leen.
Esto es normal –es la norma- en el país del “guardián de las mezquitas”. Solo un hipócrita carente de la mínima vergüenza puede permitirse después dar lecciones de diálogo, aunque mayor culpa tienen los cardenales, reyes y presidentes del gobierno que acuden a la convocatoria.