La novelista canadiense Margaret Atwood (Ottawa, 1939), es, según reza su biografía, ” poeta, novelista, crítica literaria, profesora y activista de los derechos humanos“.Conociendo los criterios ideológicos que condicionan estos premios con la precisión de un eclipse, quizá esté de más añadir que es una feminista radical y que hace del cristianismo la fuente de todos los males, empezando por el abominable patriarcado. Ça va de soi, ¿no?
Atwood ha escrito mucho y su obra ha sido traducida a muchos idiomas, pero la novela que la ha hecho célebre -y que ha pasado al cine- retrata no sólo sus tics ideológicos sino también sus dotes proféticas.
Nos referimos a A Handsmaiden’s Tale, El Cuento de la Doncella, que describe un futuro no muy lejano en el que, en Norteamérica -rebautizada Gilead-, se ha impuesto un régimen cristiano donde la mujer es un ser absolutamente subordinado y oprimido por un patriarcado obsesionado con la reproducción.
La película, dirigida por el alemán Volker Schlöndorf y protagonizada por Nastasha Richardson y Robert Duvall, dibuja un panorama apocalíptico… pero al propio tiempo surrealista, nada creíble.
LAS DOTES PROFETICAS DE MARGARET ATWOOD
El lector advertirá hasta qué punto ha acertado Margaret Atwood en su visión futurista, viendo como la teocracia cristiana avanza imparable en todo Occidente, la mujer pierde posiciones a cada instante y la sociedad no para de tener hijos y en pensar cómo hacer más.
Ironías aparte, el caso de Margaret Atwood confirma que es imposible equivocarse con el catastrofismo progre y que ni los errores más groseros y extremos quedan sin su premio.
A estas alturas de la partida, es de desear que todo esto se derrumbe.