Contra lo que dice la Leyenda Negra, los juicios de la Santa Inquisición Española tenían muchas garantías, bastantes más que las que concede el pseudo tribunal canadiense que enjuicia un libro de Mark Steyn. No, no lo digo de broma. Un extraño tribunal canadiense está llevando a cabo una parodia de juicio a dos revistas canadienses, una de ellas la de mayor circulación, por incluir una reseña del libro de Mark Steyn, América Alone, del que tratamos aquí). En el libro se afirma que si las tendencias demográficas actuales continúan, Occidente tendrá un problema muy serio con el Islam.
Llevan a juicio el contenido de un libro considerado no conforme a la ortodoxia políticamente correcta dominante en la actualidad; es decir, a un libro herético. Sí, esto suena inquisitorial. Y el procedimiento judicial que siguen es algo así como de escándalo:
Now, a group of provincial human-rights commissars will decide whether or not National Review’s incomparable Mark Steyn and the largest-circulating magazine in Canada, Maclean’s, will be fined or otherwise censured for printing an excerpt from Steyn’s book, America Alone. The piece argued that demographic trends indicate that Western Civilization will sooner or later be forced to confront problems associated with radical Islam. We believe that the right to free speech must be defended almost without exception, but it’s worth noting that Steyn’s article was perfectly within the bounds of reasonable opinion journalism.
While only an administrative hearing, the human-rights travesty had the air and authority of an actual trial — except with few of the legal protections usually afforded the accused. Andrew Coyne, a journalist with Maclean’s, live-blogged the farce; his dispatches were as amusing as they were harrowing. The proceedings had no evidentiary rules — new evidence was routinely introduced without warning. Commissioners routinely recessed to determine the eligibility of evidence; legal representation would dash off mid-hearing to print Internet material to introduce as evidence; an “expert” witness was called whose chief credentials were academic papers on Buffy the Vampire Slayer; and still other witnesses were called under the prejudicial direction that “we anticipate that success in this case will provide the impetus for prohibiting discriminatory publications in the other provinces.”
Los juicios de la Santa Inquisición Española ofrecían más garantías que el pseudo tribunal canadiense, contra lo que se dice. Hay además un agravante: la Inquisición tenía como fin proteger a la sociedad española de las influencias extranjeras, en particular del judaísmo y del protestantismo, enemigo declarado este último de la España católica. Por el contrario, estos tribunales tienen como propósito la persecución de los nacionales que se enfrentan a una invasión extranjera. Es una auténtica locura, y no parece que haya mucha gente dispuesta a pararla, o pero aún, insisten que se la puede parar simplemente «aplicando la ley».