No es la primera vez que lo leemos (Los árabes descubrieron América, Imán del consejo escolar de la “madrasa” de Nueva York: “Los musulmanes descubrieron América”), es este caso la propuesta viene avalada por el título ducal de la Casa de medina-Sidonia… casi nada. Lo mejor son las pruebas que se aportan:
Para la duquesa, hay muchas pruebas de la presencia musulmana en América. Dice que Fernández de Oviedo, gobernador en Castilla del Oro (hoy Colombia), en 1525, ya señalaba sus habitantes usaban vocablos árabes y «rezaban en mezquitas».
También dice que Cortés, en su segunda “Carta de Relación” dedicada a la batalla de Tenochtitlán, (México DF), cuenta que 500 aztecas “tomaron aquella mezquita grande”, subiendo a la torre más “alta y más principal”, cuya escalera tenía más de cien escalones.”
Y Juan Castellanos, criollo de Venezuela, hablaba de encuentros problemáticos con indios que lanzaban los gritos de los “seguidores de Mahoma”.
También nos cuenta la duquesa roja que en 1502 Colón le pide un traductor de árabe a la reina Isabel la Católica para su cuarto viaje. Con ello considera probado que la lengua franca en América era el árabe. Que de todas las lenguas habladas en América y que ellos no entendían, alguna palabra les sonara «árabe» o algo parecido, nada. El árabe era la lengua franca y punto. Me apabulla tanto rigor histórico.
Y sigue diciendo que algunos topónimos demuestran la presencia islámica en América: tres lugares llamados Matamoros (seguramente denominados así por algún moro masoquista) o el valle del Mezquital, en México. Cabe destacar que la definición de «mezquital» es «poblado de mezquites» (que no mezquitas). Y el mezquite es un arbusto leguminoso presente en el norte de México, y en el sur de los EEUU. Muy islámico por lo que vemos.
Todo esto está en el libro «África versus América. La fuerza del paradigma». No sé a qué “paradigma“se podrá referir. Es una palabra que puso de moda la tesis de Kuhn sobre las revoluciones científicas y que algunos usan de forma incompetentemente cursi. “El Islam llegó antes que nadie”, vienen a decir, lo que me recuerda ese gracioso argumento de adolescentes disputandose una chica bonita: “yo la vi primero”.