Cuando tuvo lugar el golpe de estado en Tailandia escribí dos artículos, el primero haciéndome eco de los temores que había despertado la confesión musulmana del comandante en jefe golpista, y el segundo, con más información en la mano, inclinándome por desechar la insurgencia separatista musulmana como una causa primaria del golpe. Echando la vista hacia atrás, me pregunto si no me apresuraría en restar importancia al terrorismo.
Sigo pensando que el golpe se debió a que los militares y el rey percibían que Thaksin estaba gobernando irresponsablemente, pero no hay que descartar que el punto en el cual la discrepancia con él era mayor fuera precisamente el terrorismo. No quiere decir eso que porque el comandante el jefe del ejército es de confesión musulmana sea amigo de los terroristas, sólo que cree que el medio para acabar con el terrorismo no es oponerse a él sino la negociación. Los propios militares no han hablado de otro punto de la labor de gobierno de Thaksin aparte de la corrupción, y eso no es creíble como causa de un golpe de estado y nunca ha provocado ninguno en ningún país del mundo, ni por sí misma ni como causa principal. Y la labor de gobierno de la junta militar se ha limitado prácticamente a la nueva política respecto del terrorismo y el Islam en el sur.
Además aunque puede ser acertado describir a Thaksin como un populista, era uno moderado y no se ajustaba a la acepción que suele aplicarse a dirigentes como Chávez. En política exterior era un fiel aliado de los EEUU, tal vez para obtener apoyo en su lucha contra el terrorismo islámico. Entre los presidentes del gobierno españoles no sería descabellado compararlo con Felipe González –a no ser porque durante su mandato la economía se desarrolló favorablemente.
Huelga decir que no es la política antiterrorista la que exacerba el terrorismo –al contrario–, sino dar esperanzas a los terroristas de que sus exigencias serán aceptadas (vía Jihad Watch):
Supuestos militantes (sic) musulmanes decapitaron a un hombre budista y mataron a tiros a dos civiles en el sur de Tailandia el domingo mientras la rebelión no da señales de apaciguarse. […]
Ambos habían sido abatidos y una nota manuscrita próxima a los cuerpos decía: «Mataremos a todos los tailandeses budistas». […]
Los militantes (sic) de las tres provincias meridionales de Tailandia de mayoría musulmana, que constituyeron un sultanato musulmán hasta que Bangkok se anexionó la región hace un siglo, nunca reivindican sus atentados, y nunca han expresado sus exigencias. […]
Más de 1.900 personas han sido asesinadas durante tres años de violencia en el sur, y los esfuerzos de paz por parte de los nuevos gobernantes militares del país han tenido poco impacto en contener la violencia.
Publicado en paralelo en DOCE DOCE.