Aunque me ha dado bastante pereza ya he leído el informe Baker-Hamilton (vía LGF) y me he puesto a escribir sobre él. En realidad puede dividirse en dos partes, introducción aparte. La primera es una descripción pormenorizada de la situación actual, y es bastante buena. La segunda contiene las recomendaciones de los políticos que forman el «grupo de estudio». De hecho me ha dado la impresión de que mientras que la primera parte ha sido elaborada por, o basándose en la información procedente de verdaderos expertos (páginas 107-123), por su parte las recomendaciones no se han basado en el análisis de la situación tal como está descrita en el mismo estudio, sino en ideas preconcebidas de políticos ignorantes y buenistas. Es decir, que la primera parte se ha encuadernado junto con la segunda sólo para que el texto final parezca riguroso. Y lo peor de todo es que estas ideas preconcebidas y el carácter que han imprimido a las recomendaciones son, en mi opinión, prueba de que el intenso esfuerzo de lobbying que ha venido realizando el régimen iraní, cuyo punto álgido fue la visita a los EEUU del terrorista «moderado» Khatami, quien causó salivación en toda la progresía americana con las universidades a la cabeza, ese esfuerzo ha dado pingüe fruto.
Aquí en España lo que más ha llamado la atención ha sido que el estudio recomiende una retirada de las tropas, lo cual es rotunda y absolutamente falso. Lo que recomienda es tomar un curso de acción que acabe permitiendo en un futuro no demasiado cercano reducir el número de tropas y finalmente retirarlas. Que es precisamente lo mismo que intenta el presidente Bush, por mucho que él y este grupo de estudio discrepen –o no, porque Bush ya no tiene ni idea de qué hacer aparte de no seguir haciendo lo mismo– acerca de ese curso de acción que acabaría obrando el milagro imposible de crear un estado democrático, democratizante y valladar contra el terrorismo en Iraq. Pero claro, eso que circula de que el estudio recomienda la retirada inmediata daría la razón a Zapatero, quien no pudo esperar para retirar a nuestras tropas siquiera unos días hasta la fecha del 30 de junio en la que él mismo había empeñado su palabra; seguramente porque fue amenazado en ese sentido por los terroristas con los que manteníamos contactos en Iraq.
La otra recomendación que ha llamado la atención, y no es para menos, es la de dialogar con los regímenes terroristas de Irán y Siria. Hasta tal punto se ha insistido en este punto que, antes de leer el estudio, creía que sería peor de lo que ya es. En realidad recomienda implicar en el futuro de Iraq a todos los países limítrofes, aunque es cierto que insiste en que entre ellos se encuentren Irán y Siria. Se basa para ello en una concepción increíblemente ingenua del régimen iraní, según la cual éste es pacífico pero actúa por miedo a que los EEUU intenten derrocarlo; de hecho los autores del estudio llegan a decir que Irán tolerará injerencias americanas que fomenten reformas graduales si se le garantiza que no se intentará un cambio radical. Las manifestaciones con quema de banderas americanas y gritos contra «el Gran Satán», el secuestro de la embajada, el apoyo al terrorismo en el extranjero incluyendo Iraq –lo cual afirma el propio estudio–, el establecimiento y mantenimiento de Hizbollah para tomar el poder en el Líbano, la negación del Holocausto y lo de «borrar a Israel del mapa», el programa nuclear, las relaciones con Venezuela, etcétera, todo eso no es más que la comprensible reacción de un régimen razonable a la defensiva ante el acoso (?) por parte de los EEUU.
Pero es que Irán es el problema, y hasta tal punto es así, que si hubiera forma y voluntad de resolverlo podría sencillamente aguantarse el tipo en Iraq hasta después, y entonces la situación en Iraq sería bastante más halagüeña y menos difícil de afrontar. Por supuesto que los EEUU deben involucrar en el futuro de Iraq a la Liga Árabe, que no siendo ninguna compañía recomendable, puede ser una aliada vital en la guerra fría o caliente que los EEUU deberían estar acometiendo contra Irán hasta lograr derrocar a los ayatolás; pues con Arabia Saudita a la cabeza la Liga siente y con razón mayor prevención que nadie contra Irán y más preocupación que nadie ante sus avances imperialistas. Que Iraq se convirtiera en un país «inofensivo» como por ejemplo Egipto, donde un bloguero acaba de ser detenido por expresar opiniones prohibidas, sería un resultado tan positivo que contemplarlo ahora parece excesivamente optimista.
Pero a la vez que los EEUU involucran a la Liga Árabe deberían excluir tajantemente a Irán –Siria estaría aislada dentro de la Liga sin más que derecho al pataleo. Esta actitud debería formar parte de una estrategia constante de aislamiento diplomático de Irán, en conjunción con la cual Siria podría ser tentada hacia posiciones más razonables como lo fueron Jordania y Egipto en su día. Sin embargo hoy estamos viendo cómo gran parte de la clase política americana e incluso el primer ministro Blair cometen la insensatez de dar pábulo a las ambiciones de Irán.
En cuanto a al-Qaeda y a diferencia de Irán, el estudio no recomienda ningún diálogo sino seguir con las operaciones militares, y cabría preguntarse por qué. El estudio dice que: «Los Estados Unidos deben esforzarse activamente por entablar relaciones con todas las partes en Iraq, con la excepción de al-Qaeda.» ¿Por qué no hay que hablar con al-Qaeda y sí con Irán? Irán no es menos terrorista que al-Qaeda y ha atacado directamente a los EEUU repetidas veces. Podría decirse que al-Qaeda no tiene un estado detrás como el régimen de los ayatolás pero, además de ser una razón absurda, al-Qaeda tuvo un estado, Afganistán, y la única razón por la que ya no lo tiene es porque se le echó de allí; por no recordar que los talibanes siguen teniendo el apoyo de Paquistán. ¿Por qué no echar a los ayatolás de Irán entonces? Pero de hecho el estudio, extralimitándose, recomienda aumentar la presencia americana en Afganistán, lo cual no puede dejar de llamar la atención. Pues mientras que afirma que continuar la estrategia actual en Iraq llevará al desastre, recomienda en cambio no variar la estrategia en Afganistán a pesar de que es allí donde más ha empeorado la situación últimamente, suponiendo acríticamente que la estrategia que debe fallar en Iraq debe tener éxito en Afganistán. Es una contradicción muy curiosa, pero si tenemos en cuenta que nadie siente mayor animadversión hacia al-Qaeda que Irán –y viceversa–, empezamos a ver –en seguida veremos más– cómo las recomendaciones de este estudio coinciden una por una con las que habría hecho Irán.
La siguiente recomendación de este grupo de políticos americanos es la vieja reivindicación de los terroristas islámicos, que hasta que no se «resuelva» el conflicto árabe-israelí Occidente no puede esperar paz en ninguna otra región del mundo. Así el grupo cuela en la cuestión iraquí la cuestión israelí, que al parecer no se limita al conflicto con los terroristas palestinos, sino también incluye la cuestión libanesa –al parecer es Israel y no Siria quien se dedica a asesinar a políticos libaneses– y las reivindicaciones de Siria. Evidentemente el grupo de estudio no sabe o no quiere saber que la única «solución» del conflicto árabe-israelí es la destrucción de Israel. Concretamente se permite exigir a Israel –en un estudio que se supone que trata acerca de Iraq– que devuelva los Altos del Golán a Siria, ese diminuto territorio que Israel conquistó en una guerra la cual, de haber perdido, habría significado su desaparición y un horrendo genocidio. Esta absurda concesión debe hacerla Israel, traduzco literalmente, «a cambio de» que Siria deje de apoyar el terrorismo, por supuesto sin ninguna garantía, que sería imposible de obtener, de que Siria no volvería a fomentar el terrorismo con ulteriores fines una vez hubiera obtenido los Altos. Es decir que el grupo de estudio legitima el terrorismo como herramienta política y exige a la víctima –que es un estado soberano– que ofrezca al terrorista una contraprestación territorial irreversible a cambio de que cese la violencia.
El estudio se extiende, desentendiéndose de Iraq, sobre el conflicto árabe-israelí. Exige también a Israel respeto a las resoluciones de la ONU que supuestamente infringe y las cita por su número, pero no cita las que infringe Siria en el Líbano cuando habla de las injerencias de aquél país en el Líbano. Así el grupo de estudio es celoso guardían de las resoluciones de la ONU que condenan a Israel, pero ignora las que condenan a Siria. También exige a Israel –seguimos a cientos de kilómetros de Iraq– la aceptación de los principios del derecho al retorno y de «paz por territorios», admirable resumen esta última expresión de lo que ha sido la Yihad desde el siglo VII. Principios éstos y resoluciones –sólo las antiisraelíes– que son, traduzco, «las únicas bases [posibles] para lograr la paz».
La devolución de los Altos del Golán es reivindicada exclusivamente por Siria, sobre todo debido al aislamiento que ésta sufre respecto del resto del mundo árabe por su alineamiento con Irán. Pero para que quede claro que las posiciones del estudio no son antiisraelíes en general, sino que son un calco de las posiciones iraníes al respecto, también aconseja a la administración Bush que brinde su «apoyo a un gobierno palestino de unidad nacional». Ésta es precisamente la exigencia de Hamas, que cuenta con el apoyo de Irán, en Palestina, a la que se resiste el presidente Abbas; y es la exigencia de Hizbollah en el Líbano, y lo será de los chiítas proiraníes en Iraq. Es decir, que según el estudio el gobierno americano debería avanzar los fines de Irán en Iraq, el Líbano y Palestina porque es lo que le conviene (?), y la situación en Iraq debe servir como palanca para convencer a Israel de que entre en el matadero, a pesar de que Israel no forma parte de la coalición que ocupa Iraq.
Publicado en paralelo en DOCE DOCE.