Esta es la segunda parte del artículo de Egon Flaig, El Islam quiere conquistar el mundo. Publicamos la primera parte aquí. Continúa:
Nicéforos conocía las consecuencias militares de sura 4, 74-76; él fue el primero que intentó corregir esta inferioridad guerrera de la religion cristiana. Pero el concilio de la Iglesia de Oriente rechazó una manipulación teologica que hubiera dado origen a un martirio cristiano de carácter belicista. Así quedó la cosa, de forma que el emperador bizantino tuvo que enfrentarse al enemigo sarraceno sin contar con la ayuda de la religion donde más necesaria era.
Sin embargo, la Iglesia de Roma cambió la situación teologico-politica cuando el Papa Urbano II hizo el primer llamamiento a la cruzada en 1095, prometiendo a los guerreros cristianos el perdón de los pecados: los cruzados caídos en la cruzada no estabn sujetos al juicio divino y obtenían el rango de mártires, aunque no se les llamara así explícitamente. El Papa como cabeza de una iglesia monárquica hizo lo que el Concilio de la Iglesia de Oriente no quiso: decidir sobre la salvación de un individuo. La iglesia de Roma podía así dirigir una «Guerra Santa» como había hecho el Islam durante siglos. ¿En qué se diferencia entonces una Cruzada de la Yijad?. La Cruzada solo puede ser declarada por el Papa, por ello son escasas en comparación con las innumerables Yijads del mundo islámico.
Los objetivos de los cruzados estaban previamente definidos; en noviembre de 1095 Urbano II ennumeró en Clermont los fundamentos y objetivos de las Cruzadas: «No podemos evitar el ayudar a nuestros hermanos de Oriente. Los turcos y los árabes los han atacado y se encuentran en el territorio de la Romania (Constantinopla), y penetran cada vez mas profundamente en el territorio de los cristianos; les han vencido en siete batallas y matado o hecho prisioneros a un gran número de ellos. Si vosotros no les dias batalla, no durara mucho el derrumbre de los siervos de Dios en Oriente». Los primeros cruzados tenían la mision de ayudar a los cristianos amenazados, liberar el estado sagrado de Palestina y liberar a los cristianos prisioneros de los musulmanes. Por el contrario los predicadores musulmanes se mantenían fieles al objetivo final de conquistar «la casa de la guerra» y subyugar a los infieles.
Urbano II tenía razón. Si Constantinopla hubiera caído en 1100, la enorme fuerza militar de los turcos habría penetrado 400 años antes en Europa central. La cultura europea no habría cuajado: no hubieran surgido leyes que garanticen las libertades, debates sobre el tipo de Constitución, catedrales, Renacimiento, progreso de las ciencias, etc. porque en el ámbito del Islam la libertad de pensamiento de origen griego estaba desapareciendo. La conclusión de Jacob Burckhardts – «Un golpe de suerte, que Europa se haya podido defender del Islam»– significa que nosotros tenemos tanto que agradecer a los Cruzados como a los griegos que vencieron a los persas.
Sin embargo ¿no condujeron las Cruzadas muchas veces a abusos? Es cierto que los cruzados fueron muhas veces utilizados y desviados de sus objetivos, como por ejemplo, en 1204 en el saco de Constantinopla. Pero eso pasaba tambien con la yijad y mucho mas a menudo. Cuando los esclavos resultaban escasos los emires emprendían yijads no solamente contra los pueblos no musulmanes, sino tambien contra los pueblos ya islamizados que no consideraban como verdaderos musulmanes. Esto sucedió en Africa contra los negros, por ejemplo cuando en en 1468, Songhay y depués los Marroquíes en 1552, invadieron Mali; o en el siglo XVIII cuando los reformistas religiosos condujeron sus Yijads contra los musulmanes de las ciudades Haussa, de los que surgió el Califato de Sokoto, el tercero por el número de esclavos, después Brasil y los estados del sur de Norteamérica. Africa padece todavía las consecuencias de esta continua Yihad y su genocidio y esclavitud en masa.
A todo ésto, ¿por qué orden politico hacen los musulmanes su guerra con tanta vehemencia y éxito? Por la Saría. Un orden politico que establece un abismo de separación entre señores y vencidos y excluye a estos de cualquier influencia sobre la organización politica y social. Veamos el primer aspecto: en la Saría los musulmanes son los señores y los seguidores de otras religiones -cristianos, judíos, budistas…- son los siervos, «dhimmís»; al principio no se trataba de minorías religiosas sino de inmensas mayorías cristianas, en Siria, en Anatolia y en el Norte de Africa.
Los subditos no tenían derecho a llevar armas, por lo que quedaban indefensos y no eran «verdaderos hombres». Cristianos y judíos debían vestirse con determinados colores o prendas (discriminación que condujo a la estrella amarilla) y ser reconocibles como dhimmís; no podían ir a caballo sino en asnos, para recordarles continuamente su inferioridad; pagaban un tributo especial (yizya), lo pagaban personalmente, y al hacerlo recibían un golpe en la cabeza. Debían dejarse pegar por los musulmanes sin defenderse, si un dhimmí se atrevía a devolver el castigo, se le cortaba una mano o era ejecutado. El testimonio de un dhimmí no era válido contra un musulmán; estos solo tenían que mapagar la mitad de una multa por un delito contra un dhimmí, y no podían ser ejecutados por un delito contra ellos. Por el contrario, las penas aplicadas a los dhimmís eran crueles y desproporcionadas.
Ni siquiera la discriminación de los judíos por parte de la Iglesia en el concilio Laterano de 1215, 400 años antes del Islam, muestra una represion tan bárbara, ni muestra un desprecio y humillación tan grandes. El dominio turco comportó una forma especial de opresion: desde 1360, con intervalos irregulares, la quinta parte de los niños cristianos fueron llevados a la esclavitud y convertidos por la fuerza. La cantidad de esclavos que estoy generó en 400 años debió de ser de millones, cientos de miles de muchachos fueron secuestrados y convertidos en fanáticos musulmanes educados para guerreros de élite, los llamados jenízaros. Se trata de una politica destinada a la islamización mediante la eliminación de los cristianos; tuvo mucho éxito. En resumen, la dhimmitud coloca a los no musulmanes en una radical diferencia con los musulmanes: llamarles ciudadanos de segunda es un eufemismo.
Asi como en el nacionalsocialismo se distingió entre una raza de señores y unos seres infrahumanos, la Saría los distingue según su religión. El Islam introdujo un apartheid en el cual tanto cristianos como otras mayorías colonizadas fueron islamizadas. La «tolerancia» islamica equivale a perdonar la vida a los subditos que muestren humildad y sumisión. Esto es bien sabido tras los estudios de la dhimmitud, pero ¿quién quiere oir la historia de millones de víctimas?
El Islam ha realizado «limpiezas religiosas» en inmensos territorios; el segundo Califa «limpió» de cristianos y judíos la Hidjaz, Arabia menos Yemen; la alternativa ofrecida era la conversión o la extradición. Excepto en algunos casos del Antiguo Testamento, ninguna otra religion lo ha hecho antes. De la misma forma los almohades y los almoravides «limpiaron» España tras acabar con el califato en 1031: 10.000 judíos y cristianos debieron convertirse o emigrar al norte cristiano de España o huir hacia Oriente. Cierto, mas tarde los reyes de Francia, Inglaterra y España hicieron lo mismo, utilizando la receta musulmana. ¿Y los pogromos? Desde los tiempos del Califa Al-Mutawakkil (847 a 861) judíos y cristianos sufieron distintas persecuciones en Oriente y el norte de Africa en las cuales o bien se convertían o eran masacrados. La constante destrucción de Iglesias continuó hasta el siglo XIX. Lentamente, la novela rosa con la que algunas conrrientes del antiimperialismo europeo del s. XIX pintan Alándalus se está desmoronando. Tras un estudio serio de distintos documentos tenemos una imagen muy distinta. En 889 en Elvira y en 891 en Sevilla, hubo matanzas masivas de cristianos. En Fez, Marruecos, se masacraron mas de 6000 judíos en 1033. En 1058 se islamizó la cristiana Antioquía mediante tortura y amenazas de muerte.
El primer gran pogromo contra los judíos en territorio europeo ocurrió en el 1066 en Granada; allí se dió muerte a 1500 familias judías. En 1135 el barrio judío de Córdoba fue incendiado, no se sabe el numero de muertos pero debió de ser muy alto. En 1159 los cristianos de Tunez debieron elegir entre la conversión o la muerte. En ese tiempo kla vigorosa cristiandad de Africa del Norte desapareció por completo. Los pogromos en tierras de la Cristiandad no fueron tampoco un hecho de los que Europa pueda estar orgullosa, pero su magnitud fue mucho menor que las del mundo islamico. Necesitamos urgentemente un estudio comparativa de la opresión religiosa.
¿Quieren que hablemos de los judíos? Nunca bajo el dominio del Islam, ni siquiera en la España del Califato, fueron los judíos ciudadanos, siempre permanecieron como súbditos. Sin embargo, en algunos estados alemanes – Worms, Augsburgo y otros – de la Alta Edad Media, los judíos eran ciudadanos con derechos especiales, tenían derecho a llevar armas y estaban en mejor situación que los cristianos pobres. Hasta el siglo XIV, en el que su situación empeoró, estuvieron mejor integrados que los judíos de la España musulmana. Quien valore positivamente la integración politica no puede dejar de considerar Augsburgo superior a Córdoba en ese aspecto. Todo ésto es bien conocido en los círculos académicos desde hace 15 años, ¿pero a quien le interesa oirlo?
Desconocer el pasado lleva a recaer en él. Quien sigue transmitiendo la fábula de la tolerancia musulmana impide que los intelectuales musulmanes emprendan seriamente la reforma del Islam, que empezó en el siglo XIX con bastante éxito. Quien rechaza esa oportunidad de superar el pasado, corre el peligro de llevar a horror que amenaza hacerse presente. Si los reformistas lograran despolitizar al Islam, los musulmanes se convertirían en verdaderos ciudadanos de sus estados. Lo que quedaría del islam sería una religion espiritual, que no solamente fascinó a Goethe sino que fue considerada por Hegel la «religion de lo sublime». Podría llegar a ser eso.
Text: F.A.Z., 16.09.2006, Nr. 216 / Seite 35