En LGF vuelvo a encontrar dos enlaces interesantes sobre el Líbano. El primero trata de unas declaraciones del presidente sirio en una entrevista graciosamente concedida a El País (qué raro que me la perdiera si me leo todos los números):
“Si existe verdadera voluntad de introducir armas ilegales [en el Líbano], ni las resoluciones de la ONU ni despliegues militares podrán detener” su entrada, declaró el líder Sirio al diario El País el domingo. […]
Lo que es más, dijo Assad, controlar el tráfico de armas hacia el Líbano “no afronta la cuestión central” de establecer paz en el díscolo país. […]
“La única solución,” añadió Assad, “es que todas las partes interesadas tengan confianza en Siria.”
El artículo de la AFP termina en clave de opinión apoyando las posturas sirias, invocando al ministro Moratinos como voz autorizada.
Assad empieza por decirnos que los esfuerzos para impedir el rearme de Hizbollah son ineficaces, para luego decir que de todas formas la cuestión no es ésa porque Hizbollah no tiene nada de malo, son freedom fighters y no hay que desarmarlos sino atender a sus razonables exigencias. Por último expresa sin rubor las ambiciones imperialistas de Siria sobre el Líbano, con Hariri muerto pero todavía coleando.
Nada sorprendente, pero me hace preguntarme si cualquier esfuerzo para evitar el rearme de los terroristas será en efecto ineficaz. Al poco me doy cuenta de que la pregunta no tiene sentido, y en su lugar me pregunto, ¿se está realizando algún esfuerzo en ese sentido? La respuesta es un rotundo no.
[Miembros de la UNIFIL] dicen que no pueden establecer controles, registrar coches, casas o locales o detener sospechosos. Si ven un camión transportando misiles, por ejemplo, dicen que no pueden pararlo. No pueden hacer nada de esto, dicen, porque según la interpretación de la resolución del Consejo de Seguridad, deben ser autorizados a realizar esas acciones por el ejército libanés. […]
Así que mientras puede haber habido algunas expectativas de que la fuerza internacional desarmaría o contendría a Hizbollah, o buscaría depósitos ocultos de armas, los oficiales sobre el terreno dicen muy claramente que esas tareas no son trabajo suyo por ahora. “Aconsejaremos, ayudaremos y asistiremos a las fuerzas libanesas,” dijo el coronel Rosario Walter Guerrisi, jefe del Regimiento San Marco, refiriéndose al ejército libanés.
Ya tratamos aquí cómo estaba claro desde hace mucho que ni la UNIFIL ni nadie desarmaría a Hizbollah, sino que conservaría sus armas con el beneplácito de la ONU. Por eso la cuestión era si podría hacerse con más armas, especialmente misiles cuyas reservas gastaron en parte durante la guerra, y que debido a su tamaño serían muy fáciles de interceptar. También quedó claro que el Líbano es un estado terrorista y su ejército no va a mover un dedo contra Hizbollah.
Así que los 15.000 cascos azules de la UNIFIL no van a hacer absolutamente nada, de momento, hasta que Hizbollah vuelva a comenzar una crisis y puedan volver a servir de escudos humanos. La fuerza de la ONU sirve como coartada para no hacer nada e impedir que nadie más haga nada. Por supuesto eso no es nuevo, todas las misiones de la ONU han sido igual; JMG y Cromwell hacen memoria al respecto.
Publicado en paralelo en DOCE DOCE.